Muchos de nosotros vamos por la vida esperando que pase algo para sentirnos felices o contentos. Perdemos las experiencias de la vida al como suceden. El verdadero bienestar no está en ir por la vida con piloto automático, sino en ser consciente y presente momento a momento para experimentar de verdad la vida tal como se despliega. Estas palabras de Langer definen la realidad de muchos de nosotros Ir en piloto automático por la vida, impide disfrutarla, impide vivirla.

Una de las intervenciones positivas que a nivel científico está demostrando su utilidad para mejorar la salud de las personas y de las organizaciones es el mindfulness. Con origen en la tradición oriental, forma parte de las intervenciones psicológicas que se denominan de tercera generación. El objetivo de estas técnicas es que las personas aceptemos la realidad y vivamos el momento presente de forma consciente y transformadora. Definiciones sobre mindfulness hay muchas pero la filosofía es la misma: implica realizar un esfuerzo por vaciar la mente y el ‘bla, bla, bla’ que emite nuestro cerebro. El gran Kabat-Zinn en el año 1994 definió el mindfulness como “una manera de ser, en la cual se presta atención de una forma particular: con propósito, en el momento presente y sin juzgar”. Se trata de experimentar como si fuéramos “principiantes”, como si viviéramos un evento por primera vez.

Existen cuatro grandes áreas en las que podemos centrar nuestra atención: el cuerpo (la respiración), las sensaciones (qué y cómo me siento), pensamientos (qué estoy pensando) y el ambiente que nos rodea (dónde estoy y cómo es). Lo más sencillo es comenzar la práctica del mindfulness aprendiendo a ser conscientes de nuestra respiración. Aunque parezca sencillo no lo es: nuestra mente nos puede jugar malas pasadas, ya que se distrae fácilmente. El truco está en practicar y practicar y tomar consciencia del momento presente a lo largo del día. Para ello, la postura y la respiración son fundamentales: debemos elegir la postura en la que nos encontremos más cómodos, inspirar y espirar… para anclarnos en el presente. Además, es importante practicar el mindfulness en nuestra vida diaria, en nuestro trabajo, mientras escribimos, mientras leemos este texto… cualquier momento es válido. Podemos hacer uso de recordatorios, un gong por ejemplo que suene en el móvil y que nos permita tomar consciencia de que estamos aquí, en el presente. Como cualquier actividad, necesita de mucha paciencia y de tres elementos clave: practicar, practicar y practicar.


La investigación ha puesto de manifiesto los grandes beneficios que tiene el mindfulness en el contexto laboral. Es por ello por lo que las empresas están apostando por esta intervención para sus empleados. Saben que invertir en mindfulness
mejora la salud tanto física como psicológica, incrementa la inteligencia emocional, y la satisfacción por la vida de sus empleados. Al desconectar el piloto automático, los trabajadores son más creativos, más flexibles y toman decisiones teniendo en cuenta otras realidades que estaban ocultas a sus ojos. Los empleados que practican mindfulness muestran relaciones más satisfactorias con los compañeros por lo que generan climas de trabajo más positivos, ya que esa positividad se contagia. Además de incrementar la resiliencia y facilitar la conciliación trabajo-familia, los empleados mindfulness sienten más pasión por lo que hacen, son más optimistas y están más satisfechos. Y no sólo eso: el rendimiento
de los grupos y las organizaciones incrementa de manera significativa. El porqué es muy sencillo: el mindfulness ayuda a que los empleados se focalicen en la tarea que están haciendo, se centren en lo verdaderamente importante y eviten por tanto las distracciones y ladrones de tiempo.

La investigación y los resultados de la práctica del mindfulness en el trabajo y en nuestra vida son claros por sus implicaciones a nivel individual pero también colectivo. Por tanto, sólo nos queda aprender a aprovechar el tiempo, el aquí y el ahora, y disfrutar de cada minuto porque es irrepetible.

Bibliografía:

Kabat-Zinn, J. (1994). Wherever you go, there you are. New York: Hyperion.