“El mayor descubrimiento de mi generación es que los seres humanos podemos cambiar nuestras vidas cambiando las actitudes de nuestra mente”

William James

Mindfulness es una traducción de la palabra en lengua pali Sati traducida al inglés por primera vez en 1881 por el académico británico T.W. Rhys Davids que se comprende como una adaptación cultural de carácter secular de técnicas y metodologías Budistas originadas hace más de 2500 años cuyo objetivo es el desarrollo del máximo potencial de la mente a través de la práctica regular (Trungpa, 1993). Desde la conversación académica contemporánea, ha sido definido como la capacidad inherente a la conciencia humana que permite atender a los fenómenos que se experimentan en cada momento presente, de un modo en el que se aceptan tal y como emergen en la conciencia, sin realizar juicios sobre ellos (Baer, Smith & Allen, 2004; Brown & Ryan, 2003).

Esta cualidad de la mente humana adquiere especial relevancia en el mundo actual en el que vivimos. Joel y Michelle Levey, referentes mundiales en la enseñanza y difusión del Mindfulness a nivel de organizaciones y equipos de trabajo, describen las condiciones del contexto global contemporáneo utilizando el acrónimo VUCA: Volatilidad, Incertidumbre (Uncertainty en inglés), Complejidad y Ambigüedad. Paralelamente en la lengua Zulu africana la palabra vuca significa “despertar”, una práctica que es esencial para aprender, cultivar la sabiduría, la compasión y la adaptación creativa para hacer frente a estos tiempos VUCA (Levey & Levey, 2014).

Esencialmente, la práctica del Mindfulness implica “despertar” a nuestra experiencia cotidiana reconociendo su valor intrínseco como una oportunidad de aprendizaje y cultivo permanente de virtudes y fortalezas personales, que nos permitirán enfrentar de manera exitosa los desafíos que nos propone una realidad cada vez más volátil, incierta, compleja y ambigua. El Mindfulness es una tecnología interior que nos da acceso a actualizar nuestro sistema operativo mental para actuar con mayor eficacia, a través de una capacidad atencional estable y ecuánime, que nos permite ser conscientes de cada una de las decisiones que tomamos en el día a día y cuáles son sus consecuencias.

En la medida en que comprendemos el impacto que tiene cada una de las decisiones que tomamos a diario, comprendemos la relevancia de elegir conscientemente el cultivar habilidades y virtudes que nos permitan ser más felices, tanto nivel individual como colectivo y social.

Tenemos la posibilidad de intervenir en la realidad desde tres puntos de vista diferentes y complementarios: El mundo (incluyendo nuestras relaciones sociales), nuestro cuerpo y nuestra mente. Desde la perspectiva del mundo y el cuerpo nuestras posibilidades de acción son limitadas; desde la perspectiva de la mente tenemos muchísima mayor influencia y los cambios logremos realizar estarán siempre con nosotros. Esta idea resuena con los recientes descubrimientos del mundo de la neurociencia y la imagenología cerebral, en donde se ha encontrado que experiencias mentales como la de la meditación están asociadas a cambios en la estructura cerebral (Lazar et al, 2005). Por lo tanto podemos utilizar nuestra mente, para cambiar nuestro cerebro, para cambiar nuestra mente para bien” en palabras del neurocientífico norteamericano Rick Hanson.

Desde el punto de vista de la Psicología de la salud Ocupacional el Mindfulness comienza a ser considerado como una poderosa herramienta de intervención para la ampliación y optimización de los lugares de trabajo, espacios en donde se toman las decisiones que impactan prácticamente a todo el mundo. El cultivo de la práctica del Mindfulness permite a los individuos ponerse en contacto con sus valores, creencias y virtudes más profundas, fomentando el llamado “funcionamiento auténtico” (Leroy, Anseel, Dimitrova & Sels, 2013). Esto nos permite relacionarnos nuestra experiencia personal de trabajo, con nuestros compañeros y con la organización que representamos de una manera más comprometida o “engaged”. Sentando una de las bases para el funcionamiento saludable y resiliente, propuesto por el Modelo HERO (Salanova, Llorens, Cifre & MartíneZ, 2012) como un marco de referencia para construir las organizaciones que necesitamos para vivir de manera más armónica, balanceada y feliz. Es por eso que desde el equipo WoNT comenzamos a desarrollar e investigar en protocolos de intervención basados en Mindfulness como estrategia para construir HEROs.

El maestro budista vietnamita Thich Naht Hahn dice “Cada mañana, al despertar, tenemos 24 nuevas horas para vivir. ¡Qué hermoso regalo! Tenemos la capacidad de vivir de manera que estas 24 horas traigan paz, dicha y felicidad para nosotros mismos y para otros”. El focalizar nuestra atención de manera intencional en la experiencia presente vivenciamos la realidad de forma enriquecida, en donde el sentido mismo de la vida es estar vivo, y la posibilidad de compartir dicha realización es un acto increíblemente simple y poderoso a la vez. La consciencia plena trae claridad a cada una de nuestras decisiones y nos hace responsables de construir juntos un mundo mejor.

Referencias:

Baer, R., Smith, G. & Allen, K. (2004). Assessment of mindfulness by self-report: The Kentucky Inventory of Mindfulness Skills. Assessment, 11, 191-206.

Hanson, R. (2013) Hardwiring Happiness: The New Brain Science of Contentment, Calm and Confidence. New York: Harmony Books.

Salanova, M., Llorens, S., Cifre, E., Martínez, I. (2012) We Need a Hero! Toward a validation of the Healthy and Resilient Organization Model. Group & Organization Management, 37: 782-822.

Trungpa, C. (1993) Training the mind and cultivating loving kindness. Boston & Londres: Shambala.