¿Cuáles son nuestros límites? La experiencia en el mundo del deporte, nos suele mostrar que los límites a menudo nos los ponemos nosotros mismos al creer que no podremos alcanzar nuestras metas. O incluso al creer que los demás están convencidos de que no lo lograremos. Por eso, es tan importante que creamos en nuestras posibilidades y capacidades. Esto no es otra cosa que lo que se denomina creencias deautoeficacia, definidas como “creencias en las propias capacidades para organizar y ejecutar los cursos de acción requeridos para producir determinados logros o resultados” (Bandura, 1997, p.3). Pero como se ha mencionado anteriormente, la autoeficacia muchas veces está influida por los que tenemos alrededor o incluso por creencias sociales compartidas. Tanto es así que en muchas ocasiones no suele tener buena consideración el verbalizar esa creencia optimista en uno mismo, con frases como “lo voy a conseguir porque soy bueno en ello” o “soy el mejor en lo que hago”. Como consecuencia de esta restricción social, puede verse influido lo que nos decimos a nosotros mismos. Porque, sin querer entrar en polémicas, nos podemos hacer la siguiente pregunta: ¿si por ejemplo deportistas como Cristiano Ronaldo no se creyeran el mejor del mundo, llegarían a alcanzar un nivel tan alto en su profesión?

Y ¿qué pasa con la autoeficacia cuando existe un líder, un guía, por ejemplo en el trabajo?, ¿cómo influye? En los últimos días existe un video que se ha convertido viral debido a su emotividad. Trata de Bailey Matthew, un niño de ocho años con parálisis cerebral que completó un triatlón infantil, acompañado por su padre pero sin ayuda. Existen más videos de este estilo, y son videos que como mínimo hacen reflexionar. Pero en éste en concreto hay un hecho al final que merece la pena mencionarlo: Bailey para llegar a meta decide deshacerse del andador que ha llevado durante toda la carrera a pie, con el propósito de cruzarla corriendo solo, sin ayudas. Cuando de repente se cae, la actitud del padre, que contempla la acción desde atrás, es quedarse absolutamente quieto, y la de Bailey la de levantarse, no sin dificultades, y seguir corriendo, a pesar de tocar el suelo en repetidas ocasiones (véase vídeo a continuación).

Si lo pensamos, para que el pequeño Bailey tenga tales creencias de autoeficacia, ambas actitudes (de padre e hijo) deben ir unidas. Si desde pequeño el padre de Bailey le hubiera ayudado a levantarse y no le hubiera dado el espacio necesario para que descubriera cuáles son sus límites, capacidades y posibilidades de desarrollo, quizá ni si siquiera hubiera intentado realizar un triatlón. Por ello podemos pensar que un líder debe dar la confianza necesaria a su equipo, apoyarlo y acompañarlo, como hace el padre de Bailey, para promover esa autoeficacia y llevar los niveles de rendimiento a lo más alto de las capacidades. Este tipo de líderes son transformacionales, un estilo de liderazgo que se caracteriza por estimular intelectualmente al trabajador, facilitando que éste contribuya con ideas nuevas y fomentando la creatividad. El líder transformacional tratará de forma individual a cada empleado con el objeto de motivar y darle la confianza necesaria a cada uno, mostrándose ante todos como un referente y modelo a seguir (Bass, 1985).

En definitiva, teniendo en cuenta que las creencias de autoeficacia influyen en el esfuerzo que estamos dispuestos a realizar y en la persistencia con la que afrontamos lo que hacemos, cabe contemplar que los líderes que sean capaces de promover la autoeficacia en sus equipos, estarán ayudando a que éstos alcancen sus mejores niveles de rendimiento y con ello, resultados organizacionales excelentes. De ahí la importancia de estilos de liderazgo como el transformacional.

Referencias:

Bandura, A. (2001). Social cognitive theory: An agentic perspective. Annual Review of Psychology, 52, 1-26.

Bass, B.M. (1985). Leadership and performance beyond expectations. Nueva York: Free Press.