Cambio“. Esta es quizás la palabra más escuchada por todos nosotros en los últimos tiempos. Y no sólo se ha convertido en uno de los temas principales de las tertulias televisivas. Se puede oír hablar del cambio en los fórums profesionales, en las reuniones familiares, en las charlas entre amigos, en la peluquería o, incluso en la conversación con el taxista. Parece que la ola del cambio se ha iniciado, pero lo que no se puede estar tan seguro es de la profundidad o transcendencia que éste tendrá. Lo que sí resulta evidente es que ante nosotros se presenta una oportunidad inmejorable para alterar aquello que consideramos no funciona de la mejor forma, y es necesario darse cuenta de la importancia y trascendencia de ello.

Pero, más allá de ser una idea atractiva, ¿qué significa cambiar? ¿Qué propósito tiene generar un cambio? La pregunta a esta respuesta es simple: cambiar responde a una necesidad percibida de mejorar, ya sea a nivel personal (nuestra calidad de vida, nuestra salud, nuestro trabajo, etc.), grupal (mejorar el bienestar de nuestra familia, de los que nos rodean, o de nuestro equipo de trabajo), organizacional (mejorar nuestro barrio, nuestra empresa, o nuestra comunidad), o social (mejorar el funcionamiento de nuestro país y por qué no, el mundo en el que vivimos).

Ahora bien, existen numerosas formas de realizar este proceso de cambio, pero es preciso tener en cuenta que en este caso, no todos los caminos llegan a Roma, o al menos, no todos lo hacen de manera eficaz. Parece sensato pensar que si se pretende cambiar una realidad, es conveniente conocer en profundidad la misma, y a partir de ese conocimiento analizar los aspectos a mejorar y diseñar los procesos necesarios para lograrlo. Además de esto, una vez desarrollado el proceso de cambio, es importante comprobar los efectos producidos y comparar el estado inicial del que se partió con el actual, para de esta forma asegurase de la eficacia de la acción. En otras palabras y en resumidas cuentas, la estrategia ideal para mejorar no parece ser otra que la conocida como método científico.

La Real Academia Española (RAE) define la palabra Ciencia como un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales. En este sentido, cabe recordar que nuestra sociedad cuenta desde hace siglos con una institución creada para el desarrollo y la difusión del conocimiento: la Universidad. En la actualidad, la Universidad se erige como el gran motor de investigación de nuestro conglomerado social, o mejor dicho como el epicentro de ese otro concepto que también está en boga denominado I+D+i (investigación, desarrollo e innovación). Así, en las universidades trabajan día a día gran cantidad de investigadores que dedican su tiempo y esfuerzo a comprender mejor los fenómenos que nos rodean y a diseñar soluciones para mejorar aquellos problemas que existen, en pos del progreso de la sociedad.

Pero, sólo generando conocimiento no se consiguen los cambios. Para ello es necesario poner en práctica las propuestas de mejora desarrolladas. Si la Universidad es el agente responsable de la investigación, son las empresas las encargadas de satisfacer las necesidades de la sociedad, aplicando para ello soluciones eficaces encaminadas a solventar los problemas de nuestro día a día. Por tanto, también parece lógico pensar que si por una parte hay un agente que genera conocimiento, y por otra se encuentra otro que es el encargado de aplicarlo, debe de existir un canal de comunicación por el que el conocimiento viaje desde los campus universitarios a los polígonos empresariales. Ese canal es la trasferencia.

Y es en este proceso, tan aparentemente básico, donde quizás esté la principal carencia del sistema. Sin aventurarse demasiado, se puede afirmar con cierta solidez que en la actualidad el mundo académico y profesional no viajan tan a la par como sería necesario. Más aún si nos centramos en el área de conocimiento que nos atañe: la Psicología del Trabajo, los Recursos Humanos y las Organizaciones. Ocurre en más ocasiones de lo deseable que los hallazgos y resultados de investigación obtenidos desde las universidades, fracasan en el intento de traspasar la frontera entre lo académico y lo profesional. A su vez, también es demasiado frecuente el diseño y empleo de prácticas profesionales que apenas se acercan a las bases teóricas y al conjunto de conocimiento generado desde la Universidad, o si lo hacen, apenas acuden a los últimos avances relacionados. Es decir, ni todo el conocimiento que se genera se aplica, ni todas las aplicaciones se basan en el conocimiento generado.

 

Teniendo en cuenta esta casuística, y siendo conscientes de que si se pretende cambiar y mejorar algo, es necesario tener una actitud proactiva y decidida hacia la meta a conseguir, desde el Equipo WoNT estamos convencidos que para lograr que en nuestra sociedad abunden las Organizaciones Saludables y Resilientes del modelo HERO (HEalthy & Resilient Organizations) (Salanova, 2008; Salanova, Llorens, Cifre y Martínez, 2011), es necesario por un lado seguir desarrollando nuestra propuesta a partir de investigaciones tanto acerca de la relación existente entre recursos, prácticas y resultados saludables; como del incremento de resultados positivos a través de la eficacia de intervenciones centradas en los recursos, y/o de la implementación de prácticas organizacionales. Pero además de esto, por otro lado es imprescindible trabajar para que estos hallazgos se transfieran a las organizaciones y a los profesionales del sector, empleando para ello estrategias como la difusión y divulgación, la organización de eventos, y la colaboración con entidades públicas y privadas.

Así, a la ya estrecha colaboración que se lleva realizando con más de un centenar de empresas que han participado en nuestros estudios durante nuestra trayectoria investigadora, se unen aquellos proyectos de investigación aplicada que iniciamos con la bienvenida del nuevo año. Estos estudios se centrarán en analizar cuáles son las prácticas organizacionales que aportan más resultados positivos a las organizaciones
(best practices), y qué efectos tienen y cómo de eficaces son ciertas intervenciones psicológicas positivas en los recursos de las empresas. Además continuaremos y redoblaremos los esfuerzos para acercarnos, organizar y estar presentes en congresos,
eventos y fórums donde acudan los profesionales, para de esta forma poder comunicar nuestros avances y recoger las necesidades que los éstos sienten en su práctica profesional. Por último, nos adentraremos en proyectos de promoción y difusión como el de los Primeros Premios Nacionales Hospital Opimista, que organizamos junto a la Fundación Grupo OTP y la empresa VYGON España.

Todo elªlo con el objetivo principal de fortalecer ese puente de unión entre la ciencia y la sociedad, tan necesario y esencial si queremos mejorar nuestra calidad de vida. La ola del cambio ya ha comenzado, y pasa por una apuesta fuerte por la transferencia. En nuestra mano está aprovechar esta oportunidad para que en un futuro nuestras organizaciones y nuestra sociedad sean más saludables y resilientes. Será una tarea difícil pero apasionante, pero con un desenlace esperanzador.

Referencias:

Real Academia Española (RAE) http://www.rae.es/

Salanova, M. (2008). Organizaciones saludables y desarrollo de recursos humanos

[Healthy organizations and human resource development]. Estudios Financieros, 303, 179-214.

Salanova, M., Llorens, S., Cifre, E., Martínez, I.M. (2012). We need a Hero! Toward a validation of the healthy and resilient organization (HERO) model. Group & Organization Management,
37, 785-822.