Lunes 1 de septiembre: se acaba el periodo vacacional y comienza la denominada “vuelta al cole”. Los días de playa, fiestas del pueblo, viajes, siestas, reuniones familiares y reencuentros con las amistades tocan a su fin.

Coincidiendo con la vuelta al trabajo, viene siendo común durante los últimos años hablar del denominado síndrome de estrés o depresión postvacacional. Se trata de un conjunto de sintomatología que puede aparecer durante el proceso de adaptación a la vida laboral tras las vacaciones. Sentimientos de fatiga, apatía, tristeza y desilusión van acompañados de problemas relacionados con la conciliación del sueño, la concentración o la motivación. 

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Pero, ¿por qué surge este síndrome postvacacional? El principal motivo puede estar relacionado con la concepción negativa que se suele tener de la actividad laboral. Si el trabajo se concibe como una carga, un sacrificio o algo desagradable, volver a ello tras un periodo vacacional puede desembocar sin duda en un estado emocional próximo a la ansiedad.

Ahora bien, ¿trabajar tan sólo nos reporta experiencias negativas? Por el tiempo que dedicamos a ello y el papel tan importante que desempeña para nosotros tanto a nivel individual como social, se podría afirmar que trabajar es la actividad más idónea para crecer y desarrollarnos como personas, aprender, sentirnos útiles y eficaces, alcanzar metas y objetivos, relacionarnos con otras personas, etc. En resumidas cuentas, se trata de una actividad que nos aporta inmensas oportunidades.

Por tanto, es de entender que si mantenemos esta visión más positiva del trabajo, podremos lograr una valoración más optimista del mismo, lo que nos ayudará a sentir ilusión y motivación al volver a la actividad laboral tras las vacaciones. Es tiempo de aprovechar la energía obtenida del descanso y la desconexión para comenzar con fuerza nuevos proyectos, establecer metas ambiciosas, organizar las nuevas tareas a desempeñar y mejorar aquello que sea necesario. De esta forma, los primeros días tras la vuelta al trabajo serán días para el síndrome del engagement postvacacional, que puede convertirse en la primera piedra de un año repleto de éxito y bienestar laboral.