El concepto de salud mental incluye bienestar psicológico, social y emocional, el cual puede verse afectado positiva o negativamente a nivel laboral por agentes internos o externos, causando en algunos casos estrés, ansiedad e incluso depresión. Tanto el género como la edad median estas experiencias. Veamos un ejemplo: las mujeres informan de mayor número de quejas manifiestas y somáticas, además de más síntomas depresivos y ansiosos, mientras que los hombres muestran menos comportamientos de búsqueda de ayuda, mayor irritabilidad y períodos más prolongados de recuperación.

A continuación, exploraremos las etapas de la vida laboral y el papel de las diferencias de género en estas. Las etapas son: adultez temprana (18-20 años), adultez joven (20 a 30 años), adultez (30-45) y mediana edad (45-60 años).

Durante la primera y segunda etapa (18 a 30 años) se percibe un periodo de adaptación, en el que las personas inician la incorporación laboral y en algunos casos buscan consolidarse a nivel profesional. Sin embargo, un gran grupo de personas continúa viviendo con sus padres. En el caso de las mujeres, en relación con el síndrome premenstrual y la menstruación, se puede producir el “presentismo laboral”, que implica asistir al trabajo pese a sentirse mal y con molestias, lo cual deviene en una pérdida de productividad, aumento de estrés y ansiedad. Por tanto, resulta importante considerar las necesidades específicas según el género para fomentar un ambiente de trabajo inclusivo. Por ejemplo, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU emitió, en 2021, la primera resolución sobre la menstruación proponiendo brindar a las mujeres mayor flexibilidad en el trabajo.

A partir de los 31 años y hasta mediados de los 40, las personas van buscando mantener la estabilidad profesional. En el caso de las mujeres, combinar los roles vida/trabajo puede llegar a ser todo un reto y generar estrés en la dinámica de ser madres y continuar con el crecimiento profesional.

Durante la última etapa de la vida laboral (45 a 60 años), las mujeres experimentan otros estresores, como falta de desarrollo de carrera, discriminación y estereotipos. Esta disciminación es mayor para las mujeres por los estereotipos negativos acerca de las mujeres mayores. Además, durante esta etapa de la vida laboral, los hombres pueden sentir que las mujeres se benefician injustamente de las políticas de cuotas de presencia femenina.

Para eliminar la brecha de género en el trabajo, las desigualdades estructurales intrínsecas (como por ejemplo salarios más bajos o discriminación por los factores mencionados anteriormente) tienen que ser tomadas en cuenta como barreras para las mujeres al intentar progresar en su carrera laboral. En general, como el género es un factor esencial en la satisfacción laboral, es necesario que las organizaciones entiendan el impacto que sus políticas y prácticas tienen en los diferentes grupos de trabajadores/as.